viernes, 27 de octubre de 2017

PROSIGO A LA META


  PROSIGO A LA META
  (Filipenses 3:13-14) 
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

 VIVIR ES PROSEGUIR
Moisés durante los cuarenta años de camino por el desierto, nunca pensó en volver a Egipto, nunca dijo: “volvámonos a la esclavitud, pues éste camino por el desierto es muy duro”; él en los momentos más difíciles lo que hizo fue buscar a Dios, ésa fue su fortaleza, él era un adorador, un apasionado por la presencia de Dios. Cuando el apóstol Pablo se encontraba preso en la cárcel de Filipos con Silas, según Hch. 16:25, lo que hicieron fue adorar a Dios, no murmuraron, ni se quejaron y tampoco pensaron en renunciar. Ellos siguieron adelante con el poder de Dios.
 PROSIGO A LA META (Filipenses 3:13-14).
1.- La adversidad es parte del camino: 
Las reacciones: enfrentarla, negarla, huir de ella, etc. Se requiere decidir de no volver atrás, las cosas sin valor no requieren ningún esfuerzo, ni presentan dificultades. Vemos personas que tienen talentos pero no logran grandes metas, les falta perseverancia. Y vemos personas cuya constancia los ha llevado a grandes conquistas.
El apóstol Pablo perseveró a pesar de todo. Pablo escribe ésta carta a los filipenses desde la cárcel. Ha vivido naufragios, fue traicionado, abandonado, apedreado, en peligro muchísimas veces, menospreciado por judíos y discípulos, etc; pero no abandonó los caminos del Señor, ni su servicio a Dios. Su decisión de perseverar hasta el fin fue firme, y lo expresa diciendo: “Prosigo a la meta” y así lo hizo, fue fiel a Dios hasta el fin de sus días.

2.- “olvidando lo que queda atrás”
Es un ejercicio de la mente, muchas veces se recuerda con frecuencia lo que ha quedado atrás y no nos hacen bien (los recuerdos del pasado deben ser un testimonio para la gloria de Dios). Israel, camino a la tierra prometida, dijo: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto”. Eran recuerdos y anhelos del alma, que expresaban su deseo de volver atrás, aunque era Dios mismo quien los guiaba, y quien los había sacado con maravillas de la esclavitud egipcia, olvidando y dejando atrás todos los recuerdos que nos frenan, pero no olvidando las bendiciones de Dios y sus maravillas en nuestras vidas, nos motivan en esta carrera.

3.- La perseverancia es requerida en el Reino de Dios: 
“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”, Lc. 9:62. El arado era llevado por una yunta de bueyes (dos bueyes), y el labrador ponía una mano en el arado y en la otra, la vara para empujar y motivar a los bueyes, mirando siempre al frente, adelante, y así evitar que el surco quedara torcido. El arado es símbolo de un caminar recto, de servicio al Señor, mirando al frente, de seguir a Cristo con los ojos puesto en él (haciendo caso omiso de las fuentes de distracción y perseverando ante los obstáculos del camino).

Conclusión: 
Seguir a Jesucristo, ser un discípulo suyo, implica esfuerzo y perseverancia, pues los obstáculos y oposición son parte del camino. Gracias a Dios, él ha prometido estar con nosotros todos los días hasta le fin del mundo y multiplicar nuestras fuerzas como las del búfalo ¡Adelante!, recuerda que las aflicciones presentes, no son comparables con la gloria venidera.


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